Hecho en Chile: Construyendo mundos a través de la LIJ
En un cruce constante entre la realidad y la ficción, quienes se dedican a literatura infantil y juvenil en Chile han trazado el camino de una industria editorial que pone su acento en la calidad estética y literaria de las obras. Con nuevas formas de narración y experimentación visual, presentamos cuatro títulos que fomentan la creatividad y diversidad de voces en el campo literario nacional.
Algunos años atrás, en Chile los libros ilustrados eran sinónimo de una literatura de baja calidad literaria. El predominio de ilustraciones o la acotada presencia de palabras era vinculada de forma casi inmediata a lectores en sus etapas iniciales, anulando la riqueza que un buen texto puede aportar en términos narrativos. Situación exacerbada por el desarrollo de una literatura que la escritora y traductora argentina Gabriela Montes describe como de “corral”. Es decir, un tipo de literatura que pretende proteger y homogeneizar a niñas y niños desde un rol asistencialista, anulando sus experiencias de descubrimiento, aprendizaje y goce, invisibilizando temáticas contingentes, relevantes, actuales, urgentes y complejas.
Durante bastante tiempo fuimos testigos, tanto en bibliotecas como librerías, de que las publicaciones infantiles y juveniles con mayor demanda eran aquellas pertenecientes al plan lector de las escuelas. Producto del carácter pedagógico, funcional y productivo que se le dio a este plan, se estandarizó el qué, el cómo y para qué leer desde procesos de enseñanza-aprendizaje institucionalizados por un mundo adultocentrista. Sumado a otros factores, esto trajo como consecuencia comunidades poco lectoras o con un pobre desarrollo del sentido estético.
Hoy el futuro es menos desolador. Como parte del trabajo que desarrollamos en nuestro comité, hemos sido testigos de la proliferación de libros ilustrados y álbumes en el mercado nacional y extranjero, con proyectos editoriales que han realizado un notable trabajo a nivel material, artístico, cultural e intelectual. En estos siete años de trabajo, nos hemos encontrado con títulos que se hacen cargo de temas como la migración, medioambiente, diversidad sexual, participación ciudadana, emociones, desigualdad social, entre otros, así como también con libros exquisitos estéticamente, que invitan a la exploración, el diálogo y la contemplación.
En esta dirección, la diseñadora e ilustradora María Jesús Guarda, haciéndose cargo de lo poco abordado que ha sido el exilio desde la mirada y lenguaje de la niñez, en su libro Paloma voló (Baobab, 2021) narra con gran delicadeza lo doloroso, confuso, dulce y bello que puede llegar a ser la migración. Migrar, proveniente del latín migrāre —que quiere decir moverse de un lugar a otro—, evidencia un desplazamiento en busca de algo que se carece, algo ausente. Por ello, animales, insectos y personas migran buscando mejores oportunidades de vida o como una forma de protegerse y alejarse del peligro que los acecha.
Como un pájaro, Paloma y su familia migran buscando la forma de sobrevivir ante la adversidad en un país que se volvió una amenaza para ellos, descubriendo nuevas formas de relacionarse en los territorios que (co)habitan. Con un trazo libre y una paleta de colores que evocan nostalgia y esperanza, ciertos objetos cobran especial relevancia en el relato, transformándose en vestigios y soportes de la memoria, como un gesto de resistencia ante el olvido. Paloma voló nos insta a transitar junto a la protagonista en las vivencias y procesos de una niña que construye y deconstruye su identidad, por medio del recuerdo y la memoria herida.
Por otro lado, el galardonado libro 9 kilómetros (Ekaré Sur, 2021) dialoga con una de las tantas formas desplazamiento que existen en el mundo. Esta historia es un llamado a detenerse, observar y poner atención en lo que significa tener que recorrer largas distancias para poder educarse. Gabriela Lyon en las ilustraciones y Claudio Aguilera en el texto, con gran sutileza y precisión, provocan al lector por medio de la experimentación: junto al protagonista puedes observar la lluvia caer desde el cielo, seguir el curso del agua a través del río o, junto al Peuco u otros pájaros, puedes volar y observar panorámicamente los frondosos y fértiles campos, plagados de ganado, en un relato con olor a leña y pasto mojado por la lluvia.
Esta historia, como la de tantos niños y niñas, no nos deja indiferentes y nos recuerda las desigualdades sociales que se vivencian día a día en distintos lugares del mundo, formando parte del escenario cotidiano de muchas comunidades que siguen sin poder acceder a servicios básicos y/o educación.
Esta historia, como la de tantos niños y niñas, no nos deja indiferentes y nos recuerda las desigualdades sociales que se vivencian día a día.
Como un objeto artístico en sí mismo, Al otro lado del vidrio (Archipiélago, 2021) es una novela gráfica que nos adentra en el trabajo creativo de su autora, Antonia Bañados, así como en el quehacer de tantos otros artistas e ilustradores. Con gran soltura, pero de forma sutil y delicada, Bañados evidencia una narración sensible, frágil, cercana y un maravilloso trabajo a nivel de ilustración que destaca por su potencia y sencillez. Es una invitación a gozar la creatividad que ofrece la fantasía, desde la exquisitez de su contemplación estética. A través de un juego con las escalas de planos propias del cine, que dialogan a la perfección con lo narrativo, nos vamos sumergiendo en una experiencia artística que transita por la realidad desde lo onírico y lo fantasioso. Recursos todos que le permiten a la autora abordar nuestro vínculo con la naturaleza, sus especies y la relevancia que le damos a los objetos desde lo afectivo y el (re)conocimiento de un otro.
La necesidad de contener y cargar de significancia a los objetos también se puede observar en Espantamiedos (Escrito con Tiza, 2021). Con un lenguaje familiar y poético, una paleta de colores vibrante, de tonos fosforescentes y trazos geométricos, la reconocida poeta María José Ferrada junto a Karina Letelier, nos sumergen en un mundo donde los sueños y la fantasía sirven para protegerse de los miedos. Lo onírico cobra vida a través de una caja de fósforos, como elemento protector en donde una galaxia entera cabe dentro de ella. Un llamado a la curiosidad, la creatividad y la imaginación del lector.
La posibilidad de vivir la fantasía, visual y narrativamente, por medio del placer, del goce, del disfrute, es dar espacio a momentos que muchas veces negamos por su carencia de productividad y por miedo a perder la cabeza en ese mundo ficticio. Los libros tienen una responsabilidad político-social enorme, en una búsqueda permanente por abrir y democratizar nuevos espacios. En este sentido, los títulos presentados en este artículo dan cuenta de la enorme posibilidad que la literatura infantil y juvenil producida en nuestro país nos entrega para vincularnos con temas relevantes para la ciudadanía, sin dejar de lado la calidad literaria.