
Poesía contra las leyes de la razón y la física
Dos autores se abren paso en la poesía para las infancias describiendo los pequeños milagros y los secretos que esconden las cosas, los rincones cotidianos y los espacios que, habitualmente, los adultos pasamos por alto.
Salvador Comelles es un autor catalán que se ha dedicado a enseñar, leer y escribir literatura infantil y juvenil. Pequeños poemas de casa (Muñeca de Trapo, 2024), ilustrado por la también catalana Mercè Galí, es un poemario que nos sitúa de frente con el diario vivir de una casa, con los objetos presentes en ella ya sea que ésta esté ubicada en Barcelona, Temuco o Bogotá.
Desde su portada ya es posible hacerse una idea de que los poemas que leeremos tienen que ver con objetos cotidianos a los que no les tomamos mucho asunto, como es el caso del tomaollas en tela de cuadrillé rojo. El dibujo de un gatito en tinta, sobre el borde del cuadrado acolchado, es la primera señal de que posiblemente veamos/leamos acerca de la magia que se esconde en esos objetos y rincones que pasan desapercibidos cuando habitamos nuestros hogares.
Las guardas mantienen el color rojo oscuro que destaca en la portada, y la portadilla nos muestra la silueta de la casa, ahora sin el tomaollas de fondo. Vamos entrando en el espacio que contiene todo lo que nos detalla el índice: el jarrón, el frutero, el cajón, los olores…
Con el primer poema, “La casa”, el autor nos invita a pasar, haciendo un zoom desde el universo: “En un rincón del universo / en un planeta azul / en un continente alargado / en un país con montañas y llanos / en una ciudad con chimeneas / en una calle estrecha y larga / en una casa con patio / en un antiguo cobertizo / frente a la ventana / por donde puedo ver /un rincón del universo / escribo este poema”.
Y comenzamos a entrar y salir de objetos que aparecen ante nuestros ojos gracias a esa mirada del poeta, que nos hace fijarnos en su existencia. Porque, más allá de transformar a las cosas mediante la poesía, Comelles y Galí logran que atendamos a la existencia de esas cosas, que las miremos.
Algunos de los poemas describen un espacio, tal vez un pequeño mueble donde se dejan adornos que tienen un valor basado en la memoria, que nos recuerdan nuestro paso por otro lugar y otro tiempo, y que son familiares para diversos lectores y lectoras, como en el poema “Las cosas”: “La bola de cristal con un pueblecito nevado adentro (…) la botellita con arena del desierto (…) el cuento ‘¡Buenas noches, gorila!’”.
Algunos de los poemas describen un espacio, tal vez un pequeño mueble donde se dejan adornos que tienen un valor basado en la memoria, que nos recuerdan nuestro paso por otro lugar y otro tiempo
“El jarrón”, por su parte, en cuatro versos construye una metáfora profunda de aquello que se hace invisible: “Sin las flores se siente / en la sala de espera. / Y con flores lo miran / como si no estuviera”.
Mientras, en Siete apariciones (Libros del Escuincle, 2024), la autora chilena María José Ferrada y la ilustradora china Renee Hao hacen aparecer, materializan, sensaciones, sonidos, imágenes, gotas de lluvia.
Tal como sucede con cada uno de sus libros, Ferrada va un paso más allá de esa mirada poética a la que nos tiene acostumbrados en libros como El lenguaje de las cosas (El jinete azul, 2011) o La tristeza de las cosas (Amanuta, 2017), este último compuesto en un registro mucho más simbólico y nostálgico.
En esta nueva propuesta se adentra en una casa con anteojos surrealistas, lo que se potencia con las ilustraciones de Hao. Lo cotidiano aquí adquiere tintes oníricos e imaginarios. En la aparición uno, “un cerdo pequeño / del tamaño de una almendra / vuela alrededor del florero”, sobre la gota que cae de la llave de la cocina. Texto e imágenes nos introducen en el sueño ¿de un gigante?, ¿del gato?, ¿del dueño del paraguas?
Las siete apariciones reformulan, recrean, transforman la realidad y lo cotidiano: el limón que duerme sobre la mesa y sueña, la nube que brota de la pared, un sol que “no funciona aquí”, el sueño del gato que contiene luces y peces, pero que se desvanece al mínimo ruido, porque “con los sueños de los gatos es así”.
Los textos poéticos de Comelles y Ferrada abren la puerta para que los lectores entren en su propia casa y descubran lo que hay detrás (o delante) de esas apariciones, que sólo están esperando una mirada transparente —que no es solo racional y funcional— capaz de asomarse a los intersticios de los objetos.


