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    Las precisas historias de Jairo Buitrago
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    Las precisas historias de Jairo Buitrago

    11 marzo, 2023 Por Carolina Ojeda M.
    publicado en el Boletín 12

    Con más de treinta libros a su haber, entre álbumes, ilustrados y novelas, el autor colombiano es un referente en la literatura latinoamericana para niños y niñas. Moviéndose entre paisajes urbanos, rurales y extraterrestres con facilidad, ha conseguido construir un tono y una estética narrativa reconocible, que hoy destacamos a través de cinco títulos seleccionados por el Comité de Valoración de Troquel, desde el año 2015.

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    Es posible que Camino a casa (FCE, 2008) —su tercer libro— sea el álbum con que Jairo Buitrago obtuvo la mayor visibilidad y éxito editorial. Y también es posible que, al mencionar su nombre, el primer libro que se venga a la mente sea ese. Si en aquel año hubiese existido este comité, no cabe duda de que Camino a casa hubiese estado entre los imprescindibles. Y es que el tono cromático, lingüístico, poético, gráfico y narrativo del libro hacen que su lectura sea un verdadero placer. Invita a mirar, a descubrir, a conocer lugares a los que la literatura para la infancia no daba espacio en aquellos años.

    Ese tono narrativo que Buitrago construye pausadamente, transitando entre lo poético, lo melancólico, lo histórico y lo social, ha ido trazando el camino literario del autor colombiano. En sus libros posteriores, es posible identificar esos rasgos más o menos acentuados según la historia o según qué ilustrador crea los espacios para las palabras.

    Desde la existencia de este comité de valoración de libros, Jairo Buitrago tiene una presencia constante en nuestras lecturas y en las listas de los libros más destacados. Sus historias son diáfanas, se traslucen, no hay lecturas ocultas. Y el lenguaje, sencillo y cercano, se lee de forma tan fluida que pareciera que estamos sobre un bote, dejándonos llevar por el agua.

    La revisión que realizamos aquí, si bien se limita a los títulos que desde el 2015 han sido seleccionados por nuestro comité para ser parte de su lista de imprescindibles, pretende ser una invitación a volver a leer a Jairo Buitrago y a conocer todos sus libros.

    Las abuelas

     

    Al revisar su obra, es posible reconocer tópicos que van construyendo su imaginario, que van apareciendo una y otra vez, como, por ejemplo, la presencia de las abuelas.

    Un diamante al fondo de la tierra (Amanuta, 2015) fue seleccionado para el segundo boletín de imprescindibles de Troquel. El libro, ilustrado por Daniel Blanco Pantoja, es un álbum en que los abuelos y abuelas están retratados para un ejercicio de memoria. Es a partir de una tarea escolar que un niño descubre cómo la ausencia de su abuela tiene a su abuelo sumido en la pena y la nostalgia. Página por medio van apareciendo las vidas de los otros abuelos y abuelas de la clase, y página por medio vamos conociendo a Manuel, el abuelo del protagonista. Un hombre chileno, que no vive en su país y que no sabe nada de su esposa, desaparecida por agentes del Estado durante la dictadura. La abuela tiene una presencia permanente en la historia, gracias a que el autor se encarga de dejar en claro que ella no está muerta, sino desaparecida.

    Tanto en Al otro lado del jardín (Planeta, 2016), como en Cosas de casa (El Naranjo, 2020) y Pinturas rupestres (Grafito, 2021), las abuelas son presencias que, de una u otra forma, salvan a sus nietos y nietas. Los salvan —en el más amplio sentido de la palabra— de la soledad, del desconocimiento. Los salvan mostrándoles que el mundo es mundo desde hace mucho antes que ellos nacieran; actúan como cuidadoras y guías, creando o estrechando un lazo que los une a la naturaleza, a la tierra, a lo de antes. Las abuelas son, en las obras de Buitrago, figuras  trascendentales que otorgan a sus nietos experiencias, aprendizajes y nuevas maneras de ver el mundo.

    Por diversas razones —conocidas o desconocidas dentro de cada relato—, padre y/o madre no están con sus hijos e hijas, sino que son las abuelas las encargadas de cuidar de ellos, de contarles historias, de enseñarles las plantas o mostrarles cómo, antiguamente, se usaban unos artefactos llamados lápices de colores para hacer trazos en el papel.

    Las historias de Jairo Buitrago conjugan de manera fluida y natural —sin pretensiones y sin forzarlas— la sencillez y profundidad que requieren los libros pensados para lectores infantiles, permitiendo que niños y niñas se reconozcan y puedan hacer suyos los escenarios y las palabras.

    En los libros de Jairo Buitrago, las voces que narran son las de los niños y niñas, quienes cuentan sus historias en primera persona. En los libros bajo revisión, la única excepción es Los bisontes (Erdosain, 2021), contada en tercera persona, con un narrador omnisciente y que, además, se diferencia del resto al ser una novela, no un álbum. En los otros casos, la narración en primera persona genera una cercanía con quien lee, una suerte de complicidad que puede acrecentarse cuando el narrador es un niño o niña y el lector es infantil. Cada uno de los narradores de los cinco títulos que se presentan tiene características muy específicas que los diferencian unos de otros; sin embargo, convergen en cómo nos hacen llegar la historia: a través de sus ojos.

    En el caso de Isabel, la niña protagonista de Al otro lado del jardín (Planeta, 2016), es posible saber, a través de sus palabras, cómo es esa casa que no siente como suya, cómo la cama no es su cama y cómo trata de convencerse de que su papá tendrá que volver a buscarla en algún momento. A medida que transcurre la noche y va relatando su historia a una lechuza, un sapo y un ratón, sus sensaciones y su confianza van cambiando. Al llegar el día, la abuela la abraza y le hace saber que esa es también su casa. Es desde la voz de Isabel que el lector recibe la tranquilidad de que todo va a estar bien.

    Mientras que la voz de El mar (Tramuntana, 2017) es de pocas palabras, más bien descriptiva de un mar lejano e imaginado que reconocemos gracias a la ilustración. En este caso, si bien la voz infantil no es confiable y es la ilustración la que muestra “lo real”, esta nos permite conocer su mundo —más cercano a las montañas— y el anhelo de ver el mar. Este aparece por primera vez a través de un sueño de la niña protagonista, en una doble página que es, además, la única inundada de color. La línea que es el mar y que atraviesa todas las páginas, persiste, pero ahora es el horizonte. Al dar vuelta esa doble página, sucede lo esperado: se van. No sabemos dónde, pero se van. Solo las dos últimas ilustraciones nos dejan saber que llegan al mar, ella y su hermanito.

    La segunda novela

     

    Los bisontes (Erdosain, 2021) es el título imprescindible de Jairo Buitrago que llega al boletín 2023 de Troquel. La segunda novela del autor, después de Los irlandeses (Babel, 2017), es la historia de Dolores —o Liluye, “Grito de Halcón”—, una niña que se siente conectada y sueña con convertirse en integrante de una tribu india de Norteamérica. Su abuela es la única persona en la que confía, la única que la quiere, la única con la que puede conversar. Tras la muerte de la abuela, su hermano llega a buscarla e inician un viaje que le permitirá transformar el dolor en fortaleza y sabiduría para lograr dejarla ir: “Está prohibido susurrar los nombres de los muertos, los alienta a quedarse en la puerta, y ella ya se ha demorado demasiado”, le dice un viejo navajo al que encuentran en el camino.

    Un temblor y una cortina de polvo anuncian la estampida de bisontes. Dolores y su hermano, dentro de la camioneta, en la mitad del desierto, solo sienten el ruido y el temblor: “Dolores baja la ventanilla, siente el golpe de olor acre de la manada, mira a las bestias directamente a los ojos, siente cerca los bufidos (…) Y los mira fijamente porque sabe que nunca jamás en su vida volverá a ver una estampida de bisontes”.

    Las historias de Jairo Buitrago conjugan de manera fluida y natural —sin pretensiones y sin forzarlas— la sencillez y profundidad que requieren los libros pensados para lectores infantiles, permitiendo que niños y niñas se reconozcan y puedan hacer suyos los escenarios y las palabras. En sus relatos la concepción del mundo emocional de la niñez está presente sin estructuras prefabricadas, sino que entendiendo que, por el hecho de ser personas, niños y niñas vienen con un entramado emocional que incluye angustias, tristezas, felicidad, entusiasmo. La literatura solo alumbra y, tal vez, contribuye al fortalecimiento de reconocer emociones, sin castigar ni forzar una educación socioemocional.